viernes, 18 de julio de 2008

Review: The Dark Knight

Si parece que este va a ser el fin de semana de Batman, aquí les dejo un muy buen articulo que me encontré por allí en esta marea de batimania.

Copiado y pegado de SALON DEL MAL.


Review: The Dark Knight



The Dark Knight es la adaptación definitiva del mundo comiquero. Punto. Excelente reseña, pasen por caja a cobrar su premio. No. Hablando en serio, mucho más que la típica interacción, en donde buscan el origen de cada personaje, el mundo desarrollado por Christopher Nolan y compañía, es uno que no necesita mayores presentaciones. La solvencia de este Caballero Oscuro es absoluta. Es más, no cabe duda que este es un evento que rompe los esquemas establecidos en el género de moda: el de los superhéroes.


Contabilizar cada uno de los detalles que transforman a The Dark Knight en la más increíble adaptación sería alargar en demasía… aunque, en todo caso, para eso estamos. Cada factor en la oscura muestra presentada, provocan que uno tenga una sola palabra en mente: “gracias”. Es decir, demasiadas han sido las malas experiencias contabilizadas en este rubro, incluso durante la carrera del hombre murciélago existe un par (no quiero ni recordarlas). Sin embargo, y aunque las sobrexpectativas llegaron a niveles que hace rato no se veía, el resultado final es imperecedero, espectacular y brillante. “Sobrepaso mis expectativas”, será lo que más se escuchará.



Todo porque este Caballero Oscuro posee la esencia que debería existir en cada adaptación desde los cómics a la pantalla grande. Secuencia tras secuencias, TDK toma un ritmo endemoniado que, aunque a algunos puede llegar a saturar, a los más devotos y entregados provocará una combustión interna que remece con una gran duda desde los minutos inicial ¿Esto se detendrá?.



El primer punto que destaca es que, precisamente, esto no descansa en ningún momento. Tomen agua, no les voy a recomendar que gasten plata, y prepárense para una experiencia única que no entrega ni un solo segundo de respiro. Es aquí donde el atractivo guión sale a relucir con una dirección notable de Christopher Nolan. Mal que mal, cada secuencia es transformada en una oda al caos y la anarquía. En que las extensas tomas de Ciudad Gótica, adentran en la realidad que ensombrece a los ciudadanos sumergidos en el miedo. Nada de neón, nada parafernalia. Concreto que atrapa, y con ganas.


Es en este escenario donde Batman (Christian Bale) trabaja codo a codo con el Teniente Gordon (Gary Oldman) en contra del crimen, en medio de una corrupción que llega a niveles que no sorprenden. Bueno, si lo hacen, pero es que este país si que es corrupto. En este punto nos encontramos con este dueto dando una batalla exitosa contra la mafia, toda vez que el hombre murciélago representa la lucha que antes nadie había osado siquiera considerar.


Así entra a la función, en un prólogo magistral que se ha podido ver en la red, el carismático e inapelable dueño de este show: El Guasón (Heath Ledger). Una fuerza caótica, majestuosamente oscura y brillante, sin pasado ni orígenes (aunque en un momento da un guiño a la Broma Asesina) que parece haber surgido, desde su génesis, como respuesta al accionar del hombre murciélago. En un mundo en donde puede existir la esperanza, el Joker es la amenaza que garantiza aniquilarla.



Es así como ambos personajes surgen como las dos caras de la misma violencia. Fuera de la ley, al margen de todo tipo de reglas, pero con dos motivaciones absolutamente distintas. Precisamente, el nuevo fiscal de Distrito Harvey Dent (Aaron Eckhart) encara esta situación a rostro descubierto, en medio del caos. Representa tanto la esperanza de Batman por colgar el manto, para dejar a Ciudad Gótica en mejores manos, así como el poder durmiente de Ciudad Gótica. No obstante, nadie está preparado para el maniaco statu quo que quiere implementar el Guasón.


De ahí en más, la película es una seguidilla de secuencias y triquiñuelas en una cacería del gato y el ratón. Una ciudad es el blanco de los ataques magistrales, orquestados con pinzas, en un juego de ajedrez en donde el dueño del tablero, las piezas y las reglas es uno solo: el Joker, que siempre quise ver, encarnado por Heath Ledger. Y es que la fuerza de la actuación del ex vaquero, llega a niveles tan brutales, tan obscenamente maestros, que uno queda con un nudo en la garganta lamentándose por su muerte. Una verdadera lata, aunque su figura se encumbrará a categorías legendarias.


No es el único que se luce. En el apartado de las actuaciones también se cuenta a un sólido Aaron Eckhart. No solo su dual futuro mantiene en ascuas, a la espera de la revelación de su desfigurado rostro. Su participación resume perfectamente a esta película como el auge y caída de Harvey Dent. Aunque muchos pueden llegar a creer en él “White Knight” (Caballero Blanco) su destino da una justificación plena a que la película lleve el titulo que posee.



Asimismo, las actuaciones secundarias están mejor que las de Batman Begins, cortesía de unos personajes mucho más sólidos. En esta ocasión, Rachel Dawes fortalece la idea de su inclusión y creación en esta saga debido, en gran parte, a una Maggie Gyllenhall que está en la vereda contraria de la molesta señora Cruise (Katie Holmes). Además, la participación del Teniente Gordon es como la gente. Da lugar para que Gary Oldman se luzca demostrando que el personaje tiene más importancia de la que siempre se le ha dado en las adaptaciones.


El resto del elenco, que incluye a Morgan Freeman (Lucius Fox) y Michael Caine (Alfred), está en su justa medida para solventar la moralina en torno a Bruce Wayne, el mismo que aquí canaliza más que nunca las interacciones de un entorno dominado por el miedo. Y si se preguntan porque dejé a Christian Bale para el último, es porque, a pesar de su carrasposa voz, su presencia en esta ocasión queda obnubilada por el trabajo de Ledger & Eckhart.


Igualmente, el hombre murciélago está aun mejor construido que en la anterior Batman Begins. Durante varias secuencias se huele el aire detectivesco que muchos extrañaron en la primera entrega e, incluso, se puede notar el carácter omnipresente del personaje junto a la paranoia constante en la que vive (Remitirse a Brother Eye). Es aquí en donde se deja clara la premisa que de seguro servirá de cara al futuro. Batman está al margen de la ley, porque de otra forma no funcionaría.



Mientras la música guía los palpitos de cada secuencia incansable, este Caballero Oscuro avanza a paso firme en una movida arriesgada que logra funcionar al presentar una ciudad violenta, agria y más gris que nunca. Aunque me tilden de fanboy, esta es la película más consistentemente entretenida del año. La que más he disfrutado, lejos. Y gran parte de ello se debe a las gratas sorpresas que el endiablado ritmo de la sinfonía del caos, conducida por el inolvidable Guasón, presenta.


Personalmente, quedaría conforme si Christopher Nolan llega hasta aquí. No se equivoquen, me encantaría que se concretara una nueva entrega. El final es de dos caras: sirve tanto como perfecta conclusión así como prólogo de una aventura digna del Batman de Frank Miller. Pese a ello, creo que esto vale tanto o más por su influencia en el futuro del esquema de las películas de superhéroes: no más Spider-Man III, Batman & Robin o Ghost Rider (o al menos, no se repetirían tan seguido). Esa es la gran oportunidad que representa The Dark Knight, de cara al futuro.


A fin de cuentas, The Dark Knight pertenece a una categoría a la que ninguna adaptación podría haber soñado pertenecer. La arriesgada apuesta de Nolan fue capaz de convencer a los ejecutivos de Warner Bros para que se la jugaran, a pesar de las presiones que siempre se presentan a la hora de conseguir un taquillazo y que han entregado tanta mierda olvidable. Mucho más que la típica película basada en cómics, The Dark Knight es una Oscura Obra Maestra.

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